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Historia de La Raya

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Imagen de La Raya

Robert Pocklington afirma que, aunque no aparece en ningún documento del siglo XIII, el topónimo murciano La Raya debe proceder del árabe al-Raç iyya que con el paso del tiempo se convertiría en Arraía y de ahí pasa a La Raya. Será a mediados del siglo XIV cuando en diversos documentos se identifique con el nombre de La Raya a la acequia que, en épocas posteriores, también se denominará como de Alfox o Puxmarina.

De acuerdo con la información aportada por Merino Alvarez, a mediados del siglo XV el señorío de Puebla de Soto fue heredado por don Rodrigo de Puxmarín y Soto y doña Catalina de Puxmarín. En el año 1545 tuvo lugar un devastador desbordamiento del río Segura, conocido, según el cronista J. J. Franco, como la riada de San Lucas, que obligo a los hermanos a dividir la heredad, trasladándose don Rodrigo, con parte de los colonos del señorío de Puebla de Soto, a las tierras que le correspondieron y que se ubicaban en un paraje situado entre La Ñora y Nonduermas, a las que unió otras tierras que ya eran de su propiedad, fundando un nuevo señorío que será conocido como La Raya. Probablemente esta denominación viene condicionada por el hecho de que la mayor parte de las tierras que conformaban el señorío recientemente creado eran regadas por la acequia identificada con dicho nombre. A partir de este momento el nuevo enclave inició un proceso de crecimiento económico y poblacional que se reflejará en los 103 vecinos que pasó a tener en 1587.

La Raya mantendrá su auge a lo largo del siglo XVII, tal como reflejan los datos recogidos en la Relación de los moriscos mudéjares del reino de Murcia que ordenó realizar don Luis Fajardo en el año 1610, en la que se especifica la existencia en el pago de La Raya de 43 casas y 147 personas. Incluso la creciente importancia del lugar no se verá frenada como consecuencia de los enormes daños producidos por otra riada, la conocida como de San Calixto, que tuvo lugar el 14 de octubre de 1651, ya que en el año 1675 La Raya es declarada como un lugar importante por Rodrigo Méndez Silva, al hacer la descripción del Reino de Murcia.

Imagen de La Raya

En el año 1713 se clasifica a La Raya como un Lugar de Realengo con Alcalde Pedáneo, siendo propietaria del mayorazgo, en este primer tercio del siglo XVIII, doña Josefa de Puxmarín, condesa de Montealegre y marquesa de Albudeite, cifrándose su población en 200 vecinos y contando con iglesia parroquial, de la que era aneja la iglesia de Puebla de Soto.

Con la llegada del siglo XIX también llegan las nuevas ideas liberales que se reflejan en la Constitución de 1812, cuyos planteamientos a nivel de organización territorial verán su aplicación práctica con la llegada del Trienio Liberal (1820 - 1823), constituyéndose un nuevo municipio denominado La Raya-Puebla de Soto, cuyo deslinde con respecto a los Ayuntamientos colindantes tuvo lugar el 15 de diciembre de 1821. No obstante esta situación de independencia no se mantuvo mucho tiempo, dadas las dificultades económicas que tenia el nuevo Ayuntamiento, que imposibilitaban su subsistencia, pasando a depender nuevamente del Ayuntamiento de Murcia en 1846. En este periodo, y de la información que facilita Pascual Madoz, tenemos constancia de que la pedanía contaba con 80 casas y varias barracas diseminadas, así como con una iglesia parroquial, cuya titular era Ntra. Sra. de la Asunción, y de la que seguía dependiendo la iglesia de Puebla de Soto. Así mismo, el citado autor afirma que, su población se cifraba en 163 vecinos, lo que venían a significar unas 804 almas, produciéndose en sus 817 tahullas cultivables maíz, trigo, hortalizas y legumbres, destacando por su importancia la producción de seda así como una singular industria dedicada a la fabricación de escobas de palma, que en su mayor parte eran enviadas a Madrid.

Imagen de La Raya

Entrados ya en el presente siglo, especialmente en la década de los 60, se detecta un importante descenso poblacional que se refleja en la comparación de los 3.137 habitantes de 1961 y los 2.483 de 1969. En el año 1970 se produce una brusca disminución en las cifras de población, que descienden hasta los 1.697 habitantes, sin que tengamos constancia de la causa que llevó a tal minoración. A partir de este momento se inicia un crecimiento demográfico que se mantiene a lo largo de la década, para estabilizarse hacia la mitad de la década siguiente en torno a los 2.200 habitantes. La mayor parte de su población se concentra en el núcleo de La Raya, repartiéndose el resto entre los núcleos del Barrio de los Caseros, Barrio de los Secanos, la Generala y los Pujantes, así como por el diseminado existente en la pedanía. El sector de actividad que mayor población trabajadora ocupa es el de los servicios, seguido por la industria manufacturera y la construcción, habiendo perdido la agricultura la importancia que tradicionalmente mantuvo en la zona, esencialmente debido a la fragmentación producida en las propiedades, lo que las hace poco rentables, manteniéndose solamente con una dedicación a tiempo parcial. No obstante su paisaje agrario se caracteriza por los cultivos asociados: limonero, melocotonero y ciruelo, así como con otros árboles frutales y el cultivo de hortalizas (lechuga, tomate, judía verde y haba verde), centradas estas últimas en las tierras mas cercanas a los márgenes del río, que no son aptas para los cultivos arbóreos. Con respecto a la ganadería destaca el sector porcino, siendo la mayoría de sus explotaciones de carácter familiar.